La mariposa y la máscara
Florencia estaba tirada en la arena. Me arrodillé junto a ella. El viento hacía extrañas figuras en su pelo. La besé en la mejilla y mientras la besaba y sentía su piel suave me di cuenta de que estaba enamorado. Pensé: "Es increíble. La conozco sólo desde el sábado".
Cuando Ernesto conoce a Florencia, está medio borracho y lleva una bandeja con comida en la mano. Entre la zancadilla de ella, que provoca el tropiezo de él, y el fin de ese verano, hay una historia breve de cuerpos jóvenes y ávidos, de sensibilidad alerta, de languidez y pasión. Una historia hecha de retazos: dos o tres noches compartidas, una escapada al campo, charlas sobre literatura y música, un viaje improvisado a la costa. Pero también de objetos y presencias: siete gatos, un trampolín sobre una pileta vacía, un escritor devoto del cine, las mujeres y los sueños, un disco de Schumann.
En La mariposa y la máscara, la delicadeza y la sensualidad de la escritura se acoplan a una trama igualmente delicada y sensual. Marcelo Pichon Rivière ha escrito una novela bella y erótica, en la que la levedad de la vida cotidiana se quiebra por la aparición del amor y el presentimiento de la muerte.