Escrito que, tras la invitación de Denis Diderot, se publicó en 1751 al comienzo del primer volumen de la Enciclopedia (v.). Por su firmeza lógica constituye una obra autónoma, síntesis de la concepción filosófica de los enciclopedistas y documento de la fe racionalista del siglo XVIII. Reconociendo en Descartes al fundador de la nueva metodología científica, D’Alembert evitó la pendiente inclinada del dogmatismo y volvió de nuevo al empirismo inglés. Los conceptos con que traza el cuadro de los conocimientos humanos y de sus relaciones derivan directamente del Ensayo sobre el intelecto humano (v.) de Locke.
Su racionalismo es sólido y mesurado, huye de abstracciones y metafísicas, pero respeta la teología como ciencia encerrada en sí misma; huye del inmaterialismo de Berkeley, pero no excluye postular un principio superior, expresado por su propia admiración religiosa por la razón y revelado, como para Locke, por el sentido interno. Aquí el empirismo no ha caído aún en el sensualismo: la razón está en plena ebullición de su renacimiento dieciochesco.
Su racionalismo es sólido y mesurado, huye de abstracciones y metafísicas, pero respeta la teología como ciencia encerrada en sí misma; huye del inmaterialismo de Berkeley, pero no excluye postular un principio superior, expresado por su propia admiración religiosa por la razón y revelado, como para Locke, por el sentido interno. Aquí el empirismo no ha caído aún en el sensualismo: la razón está en plena ebullición de su renacimiento dieciochesco.