Los hechizados
Maya Okholowska regresa a la mansión familiar. En el mismo tren viaja el joven Waltchak, contratado para practicar tenis con ella. Una irresistible atracción surge de inmediato entre ambos jóvenes, a pesar de que cada uno de ellos se amuralla en su orgullo y en su voluntad de no dejarse seducir ni dominar. Este vinculo cada vez más irresistible no pasa inadvertido ante los ojos de Kholawitski, prometido de Maya y secretario del príncipe de Myslotch, cuyo castillo se alza en las cercanías del hogar natal de Maya. El principe vive aislado, presa de una obsesión que lo ha llevado a los bordes mismos de la locura: con una mezcla de terror y esperanza, espera sin cesar el regreso de Francisco, un muchacho que hace años ha desaparecido misteriosamente del castillo, dejando tras sí una especie de hechizo terrible. Los destinos de estas personas se entrecruzan creando una misteriosa trama en que aparecen ectoplasmas maléficos, tesoros ocultos, heroínas fatales, hombres dotados del don de la videncia y capaces de internarse en los secretos más impenetrables. Toda la alquimia de la novela gótica surge iluminada por el genio de Gombrowicz, que en 1939 empezó a publicar Los hechizados como folletin en dos diarios de Polonia, hasta que su exilio en la Argentina, motivado por el ataque alemán, interrumpió la publicación. "Los hechizados -dice Paul Kalinine- hunde sus raíces en conflictos que son centrales en el discurso gombrowicziano: oposición del Individuo y la Historia, de la Forma y la Personalidad. Sobre la naturaleza del bien y del mal, los perversos secretos del erotismo, la fatalidad y el crimen. Gombrowicz pasea las extrañas iluminaciones de sus crepúsculos sin fin, de sus claros de luna, de sus llamas vacilantes y de sus fluidos espiritistas."