Cartas peligrosas
La apasionada discusión entre Juan Domingo Perón y el padre Hernán Benítez sobre la violencia política
Una visible parábola de violencia recorre la historia de nuestro país entre el bombardeo de la Plaza de Mayo en 1955 y el juicio a los comandantes en 1985. En los primeros años de esta parábola nació la mítica Resistencia al gobierno militar que derrocó a Perón. Este libro es una crónica poco ortodoxa de esos tiempos, basándose en la correspondencia y la privilegiada memoria del padre Hernán Benitez, confesor de Evita y quizás el único interlocutor que trató a Perón de igual a igual, en persona y epistolarmente.
Aquella resistencia comenzó con pequeños actos de sabotaje individual y careció de un mecanismo organizado. Tal como demuestra este libro, a pesar de las expresas órdenes del lider exiliado incitando a la lucha armada y a la oposición violenta, la resistencia fue principalmente una lucha de ideas, a la distancia, entre las órdenes de Perón y las ambiguas interpretaciones y grados de obediencia que mostraron las diferentes líneas que se disputaban la conducción del movimiento. Figuras como Jauretche, Cooke, Lagomarsino y Marcos ideólogos, hombres de acción o ambas cosas a la vez, polemizaron largamente sobre la forma de combatir, en mayor o menor grado, el poder.
El debate de Benítez con Perón culminó en ruptura cuando el sacerdote le exigió con dureza que reconsiderara el llamado a la violencia o midiera las consecuencias. Esas advertencias de Benítez resultarían proféticas cuando llegó el fin de la época "romántica y artesanal" de la resistencia, y se formaron las primeras organizaciones armadas, iniciadas por jóvenes peronistas que desconocieron aquel largo y clandestino debate de ideas. Como ejemplo, baste citar el siguiente párrafo de una carta de Benítez a Perón en 1958:
"En las actuales circunstancias, ¿no se da cuenta el General de que la represión dejará ya no treinta, ni trescientas víctimas asesinadas, sino tres mil, sino treinta mil?"