La revolución es un sueño eterno
Juan José Castelli muere, solo y empobrecido, de un cáncer de lengua, después de haber sido llamado "el orador de la Revolución", después de haber dado a la causa criolla los argumentos para derrotar a los españoles en el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810.
"Escribo: un tumor me pudre la lengua." Imaginando los textos desgarradores y escépticos que Castelli escribe en cuadernos privados, a los que se suman la presencia de otras voces, Rivera concibe una narración lúcida y precisa, que se alimenta de datos escuetos, casi alegóricos; una ficción que restituye lo que la historia oficial había ocultado.
La revolución es un sueño eterno cuenta la agonía de un hombre que, ante la derrota, elige el silencio. Rivera alcanza en esta novela, distinguida con el Premio Nacional de Literatura en 1992, uno de los picos más altos de su narrativa.